Llegó, y la casa se llenó de fragancia. Parece primavera.
En Ti, Padre Santo, están todas nuestras fuentes.
Nos has enviado un regalo deseado y soñado: un niño ha llegado al banquete de la fiesta.
¡Sea bienvenido!
¿Con qué palabras te daremos gracias, Señor de la vida, con qué palabras?
Gracias por sus ojos y sus manos, gracias por sus pies y su piel, gracias por su cuerpo y su alma.
En tus manos de ternura lo depositamos para que lo cuides y lo mimes y lo llenes de dulzura.
Padre Santo y querido, pon un ángel a su lado para que cierre paso a la enfermedad y todo mal, y lo guíe por el sendero de luz y bienestar.
El Bien, la Paz y la Bendición lo acompañen por todos los días de su vida.
Amén.
Padre Ignacio Larrañaga.